Podríamos hablar del Oktoberfest hasta la saciedad, y no seríamos los primeros. Ha habido atentados, pausas por guerras, y progresivamente más visitantes hasta lograr que hoy sea la fiesta más grande y larga del mundo (16 dias, casi 200 años de historia y mas de 6 millones de visitantes anuales).
Más cifras (año 2.008): 104 bueyes, casi 460.000 pollos, 116.000 salchichas, casi 65.000 hectólitros de cerveza...
Pero hoy me gustaría hablar de la ciudad que lo alberga: München. Segunda en número de habitantes (casi 1,5 millones) [Corrección: como sabiamente me apunta Joan, es la tercera población mayor de Alemania, tras Berlin y Hamburgo], es en cambio la primera en seguridad y riqueza de todo el pais. Con casi 1.000 años de historia (año 1.158), y fundada a partir de un asentamiento monacal (el nombre le viene de los monjes), ha atravesado numerosas guerras, cambios de gobierno por alianzas, numerosos incendios y un sinfín de vicisitudes.
Hoy en día, es un lugar excelente para vivir, elegido por numerosos alemanes, y también por extranjeros, para trabajar y hacerlo su hogar. Es una ciudad acogedora, el carácter bávaro es abierto y agradable. Gentes de calle, contrariamente al cliché que se tiene de los alemanes en general. Disfrutan de grandísimos parques urbanos (como el Englischer Garten -foto derecha, Monopteros-), Nymphenburg, Olympiapark, Westpark (ahora estoy a escasos 500 metros de él) y algunos otros menores. La ciudad es atravesada por el río Isar, un afluente del Danubio, que cuenta con playas (de cantos rodados, pero algo es algo) donde sus ciudadanos pasan las tardes de buen tiempo alrededor de una barbacoa y bien surtidos de cervezas.
Una ciudad pensada para la bicicleta. Porque hay nada menos que 1.200 kilómetros de carril bici. Quizá os ha venido a la cabeza: bicicleta con el frío que se pasa allí? Bueno, bien abrigaditos, con una ciudad en su mayor parte plana, y con un servicio de limpieza vial impecable ante la nieve y la hojarasca otoñal, no parece tan temerario. El tráfico motorizado es intenso, pero bien organizado, y no es habitual ver atascos de más de 3 ó 4 kilómetros en determinadas entradas y sólo en hora punta.
En fin, para no alargarme más, seguiré en otros capítulos, porque nos queda cultura, gastronomía, deporte, los cercanos Alpes...
1 comentario:
Igualito que en Madrid. Aquí lo que pasa que le añadimos un toque de emoción con el "salto de obras".
A ver si le haces unas cuantas fotos tuyas a la ciudad y nos la enseñas con más detalle.
Y a seguir culturizando que así vamos conociendo aunque sea un poquito de Alemania.
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