10/12/11

Peculiaridades de los alemanes (I)

Me voy a salir del hilo principal de este blog, que son los viajes que un servidor se hace allá donde hasta ahora se puede permitir. Con vuestro permiso.

Aún llevando ya bastante tiempo viviendo en Deutschland,  hay costumbres a las que no estás habituado por culpa de los muchos años de vivirlo de manera distinta. Me explico mejor: cada cultura es un mundo, y hay diferencias sutiles y no tan sutiles que llaman la atención al que viene de fuera; en este caso, yo.

Voy a entrar en detalles.

Aquí vivo yo. He preservado el economato de lo
Timbres: salvo viviendas de nueva construcción, que ya incorporan hasta cámara de video, los timbres de las viviendas en Alemania son solo llamar-abrir, no hay micrófonos ni altavoces. Esto tiene una razón importante, y es que en la etiqueta de los pulsadores no viene el piso y la letra, si no el apellido del inquilino / propietario. Si te dan una dirección, bastará conocer el apellido de la persona a la que vas a visitar, y sabrás su timbre. Aunque luego viva en el ático sin ascensor, que nos lleva al segundo punto.

Ascensor: a menos que vivas en una torre (esto es, mas de 4 plantas) o te encuentres en un centro comercial, no busques un ascensor, apenas los encontrarás. No tengo certeza del motivo, aunque las malas lenguas dicen que es por la legislación, que permite evitar costes porque la ley no obliga a instalar un ascensor en edificios "bajos". De esta manera, las viviendas valen menos (comprar o alquilar).

Persianas: solo las he visto en oficinas, de las de rejilla giratoria (creo que se llaman stores, corregidme si me equivoco). En las viviendas no hay más que cortinas, a menudo semitransparentes, o sencillamente, nada. Aquí la explicación es clara, se llama luz. Las ventanas de los edificios antiguos son además muy altas, como las propias viviendas, para disponer de más espacio para la luz, ese bien que tanto escasea en estas latitudes (no quiero ni pensar en Noruega, por poner un ejemplo). Sacrifican intimidad, pero también es verdad que aquí son mucho menos cotillas que en España.

Seguridad: como casi toda mi vida he vivido en la planta baja de un bloque de pisos, he pasado la mayor parte del tiempo "encerrado" en casa. Y llegas aqui y ves que las plantas bajas están descubiertas, sin miedo a que te desvalijen la casa en un descuido. Aquí también hay delicuencia, no nos equivoquemos. Pero las tasas son bastante más bajas, y se da muy escasamente ese tipo de robos de domicilios. Disculpadme, no tengo cifras de esto, pero me documentaré al respecto). ¿Tendrá que ver con una media de calidad de vida mayor? Puede ser, aunque mayor no significa perfecta, que aquí también hay pobres.

Carreteras secundarias: todos estamos sobradamente informados de las autopistas sin límite de velocidad, lo que no conocemos tanto son las carreteras secundarias, entre pequeños pueblos. Yo uso a diario para ir a trabajar una de estas carreteras, para evitar los atascos monumentales que se producen en las horas punta. Que existan en sí no las hace peculiares, lo que para mí las hace especiales es que en cada puente rural que atraviesas hay una señal de tráfico que informa de las velocidades máximas para atravesarlo con coches y camiones, y también con tanques militares. Y no, no son señales viejas olvidadas, son modernas. Supongo que están preparados para otra eventual guerra, al fin y al cabo estuvieron en el ajo de las dos primeras mundiales, asi que quizá les vaya la marcha.




Literalmente, "ruta migratoria de ranas"
Otra cosa que me llama la atención son las medidas de protección de la naturaleza. En la carretera que tomo diariamente, hay un tramo con barreras móviles que se bloquea por las noches de ciertos días de primavera porque es ruta migratoria de ranas. Si, señores, de batracios. Y tienen su correspondiente señal de tráfico. Esto de señalizar la vida salvaje es corriente en toda Alemania, incluso en autopistas se indica el riesgo de que fauna salvaje cruce las vías.

De refilón sobre el tema de las carreteras, mi amigo Stefan, que trabaja en Volkswagen, me ha asegurado que hay viajes regularmente organizados desde China para traer a gente pudiente a disfrutar de la experiencia de conducir vehículos de gamas altas a muy altas, con marejadilla, por las autopistas alemanas en los tramos en los que no hay límite. Todo legal, al parecer. No en vano este país, al menos en ese sentido, es único en el mundo.

Campanas: esta es la nota distintiva alemana que más me irrita. Existe libertad de culto aquí, pero lo cierto es que por influencias históricas, hay dos grandes corrientes religiosas: católicos y protestantes. Y esta hegemonía de uno u otro se deja notar hasta en la forma de ser o en los saludos, es normal (por ejemplo, en Baviera es muy común saludar con Grüß Gott,  "Saluda a Dios"). Pero lo que siempre, siempre habrá en una iglesia católica son las dichosas campanitas. En mi caso, vivo a 50 metros de un convento-iglesia dominicano (aunque estoy inmerso en plena región protestante), y su reclamo publicitario funciona todos los días a las 8 de la mañana y a las 6 de la tarde, mas en algunas ocasiones extraordinarias. Me parece muy bien y muy respetable la libertad de culto, pero si quieren respeto, podrían ofrecerlo ellos también. Desde que tenemos relojes, para qué narices necesitamos las campanas? Aún diría más: que pongan un servicio SMS "pásalo" cuando llegue la hora de la misa, y arreglado.

Aquí me lavo yo la ropa. Es de agradecer que me quede a 100 m de casa
Lavadoras: esas grandes desconocidas. En este dichoso país, se considera a la lavadora un artículo de lujo, asi que existe el próspero negocio de las lavanderías (Waschsalon en teutón), que proliferan en todas las ciudades. Muchas casas no tienen ni tan siquiera la toma de agua necesaria instalada, asi que toca lavar fuera. Y bueno, no está tan mal si eso te obliga a dar un paseo y salir a la calle... si no hay -15° C y nieva. Antes de que preguntéis, si, yo soy uno de los "afortunados" que, teniendo toma de agua en la cocina, dispone de un flamante... lavavajillas!
Lo que menos entiendo es que Alemania sea uno de los mayores fabricantes, o por lo menos la sede de las multinacionales que fabrican la mayoría de estos electrodomésticos, entre otros muchos. De hecho, como dato curioso os diré que la sede de mi nueva empresa está en Bielefeld,  ciudad del estado de Renania del norte-Westfalia que también es la cuna de Miele, marca por todos conocida (por su alta calidad y precios, y porque aquí se pronuncia Mile, que cuando te oyen decirlo en español no saben de qué les hablas).
La mía de hoy era la 31
No me puedo olvidar del negocio paralelo a las lavadoras en estas latitudes: las secadoras. Todas las lavanderías tienen secadoras, ya que esto sí que es una cosa que no suele tener más que la gente más pudiente (por razones de espacio, que no es que sean carísimas). Si no tienes prisa, la ropa se seca con normalidad tendiendo en el interior de las casas, bien aisladas y con calefacción, ese artículo básico que no apreciamos en su justa medida hasta que se estropea en mitad de Diciembre, pongamos (no me ha pasado, tranquilos).

3/12/11

Amsterdam, la ciudad de la alegría

Ya llevaba tiempo con ganas de volver a Amsterdam, tras 7 largos años sin visitarla. Estando a tan solo 4 horas de mi actual ciudad de residencia, bien es cierto que podría haber ido en más ocasiones, pero no hay tiempo (ni dinero) para todo.

Porque Amsterdam es una ciudad cara. No brutalmente cara, pero al disponer de una amplísima oferta de "vicios", de sobra conocidos por todos (y que no son bienes de primera necesidad, precisamente), el que va allí sabe lo que toca.



El alojamiento escogido fue el Hostal Meetingpoint, situado en todo el cogollo (^__^) de la ciudad. En Warmoerstraat, calle peatonal, a unas cuatro manzanas del barrio rojo, y directamente en la zona con más concentración de Coffeeshops de la ciudad. El alojamiento es barato, en habitaciones compartidas (unos 12 en cada). Cuando no se tiene pareja, se puede uno permitir estas cosas, y encima conocer gente, como el grupo de estudiantes de Friburgo con el que coincidimos al llegar y que, desde ese momento, solo vimos otro par de veces completamente borrachos o durmiendo la mona.



Alquilar bicis: idea más que recomendable en una ciudad tan plana y con tan asentada tradición de moverse a pedal. Tal como sucede en Alemania, aunque con mayor porcentaje de población circulando por ellos, toda calle tiene su carril bici perfectamente señalizado, regulado por señales como tráfico que es, y extensible a parques, donde los coches, por fortuna, no tienen permiso para circular. El alquiler de bicicletas se realiza con facilidad junto a la estación central, dejando documentación y una fianza. Puedes escoger una bicicleta "de las de toda la vida", es decir, con los frenos manuales, o el modelo holandés, con el freno a contrapedal. Personalmente, he probado la holandesa (la bici) y no me gusta nada, pero cada uno como mejor se sienta.



Coffeeshops: gran sorpresa me he llevado al comprobar que no piden documentación al entrar, cosa que antes era la norma. Ahora pueden pedirte ID o pasaporte si no aparentas tener la edad legal, nada más. Una vez dentro, todo funciona como en un bar normal, excepto por el hecho de que hay dos barras: la de la bebida y/o comida y la de la marihuana / hashish. En esta última hay un límite de compra de 5 gramos por persona, pero en realidad esto solo es un hecho si pretendes comprarlo todo a la vez, sencillamente no te lo venderán. Después podrías irte a otro a comprar más, y puedes consumir lo adquirido en cualquier local en otro, de modo que no hay por qué ser ansioso.



Fiesta: pues qué decir sobre esto, hay una gran cantidad de pubs donde tomar unas cervezas, jugar un billar o unos dardos, escuchar buena música y conocer gente nueva. Si os va mas el rollo discoteca y darlo todo bailando, no falta la oferta.



Naturaleza: hay multitud de zonas verdes en Amsterdam, aunque no en el mismo centro, por razones de espacio. El parque más grande, o por lo menos el más conocido y de un tamaño considerable, es el Vondelpark, al sur del centro urbano. Pequeños lagos, acceso prohibido a vehículos de motor, interminables praderas donde sentarse si el clima lo autoriza, y los omnipresentes carriles bici, que nos permitirán acercarnos hasta allí en unos minutos desde cualquier parte de la ciudad, y llevar con nosotros el set de picnic sin olvidarnos de unas Heineken.


Conclusión: un viaje muy recomendable, dada la variedad de la oferta de esta cosmopolita ciudad. Yo he estado en invierno y en verano, y no puedo decir que una época sea mejor que otra para planear el viaje, salvo por el disfrute de la naturaleza, obviamente limitado. Si podéis aportar algo, en los comentarios. Agradeceré enormemente que compartáis vuestras experiencias y aportes, y estoy seguro que los demás lectores también.