14/4/12

Magdeburg, capital de Sachen-Anhalt

Desde Braunschweig, la ciudad donde vivo, Magdeburg queda a algo menos de medio camino de Berlín. Y ya he visitado numerosas veces Berlín, pero cada vez que pasaba por Magdeburg me decía "tengo que visitar esta ciudad". Asi que por fin puedo decir: misión cumplida. Y ha valido la pena, sin duda.

San Mauricio el tebano
Magdeburg es ciudad milenaria (ya se cita en documentos allá por el año 805) y es regada por el río Elba (cuyo nombre proviene del latín Albia, a su vez de Albus, blanco). Y la ciudad nace ya con vocación de ocupar su sitio en la Historia, ya que es fundada por Otón I el Grande (primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) con la finalidad de hacer de ella un núcleo importante, con Arzobispado. Estos acontecimientos marcan profundamente el devenir de cualquier núcleo urbano, como lo demuestra el hecho de que la primera catedral gotica de Alemania se edificase en su suelo, sobre los restos de la primera iglesia, dedicada a San Mauricio (St. Moritz, que llama poderosamente la atención por ser un santo africano y encontrarse su estatua en Madgdeburg con facciones negroides claramente reconocibles) que ya promoviera y financiara el propio Otón I ya por el año 937. Esta iglesia sería el germen de la mencionada catedral, construida entre los años 1.209 y 1.520, y que también sirvió de lugar de reposo para los restos del propio emperador, de su esposa Edith y de numerosos personajes ilustres locales. Del templo hablaremos más adelante, porque hay mucho que contar.





Imponente vista de la catedral más alta de Alemania (tras Colonia)
En la actualidad, Magdeburg es habitada por 230.000 personas, habiendo perdido unos 50.000 habitantes en los últimos 30 años tras la unificación alemana, pues pasó de ser una ciudad industrial en el marco comunista, a disponer de una capacidad productiva y competitiva completamente obsoleta según la perspectiva occidental. Esto provocó un éxodo masivo de habitantes, aunque la población se ha estabilizado gracias a la modernización de la ciudad y a la fundación de la Universidad en el año 1.993. Pero ya en 1.880 era considerada una gran ciudad, con más del 100.000 almas allí empadronadas.

Desde pronto en su historia (aproximadamente hacia el 1295) formó parte de la Liga Hanseática, poderosa organización comercial que señoreaba toda actividad económica de intercambio de bienes y materiales en el norte de Europa. Y dada la cercanía con Weimar y con Wittenberg, se vio muy influenciada por la corriente reformista de Lutero, lo que hizo que también fuese un bastión del protestantismo y que por la misma razón, fuese objeto de asedio por parte de las tropas de Carlos V (si, ese nuestro Carlos I, el paladín del catolicisimo más ortodoxo por aquel entonces, al tiempo que señor de medio mundo).

Arquitectura comunista junto a la estación de trenes
Su historia más reciente viene marcada por la ocupación soviética y su pertenencia a la extinta RDA. Era ciudad fronteriza con la RFA, pero eso no la salvó de padecer la dictadura, si bien en esta ciudad no tuvo graves consecuencias, ya que se pudo incluso mantener el culto religioso, algo que el ideario comunista nunca ha visto con buenos ojos.

He retomado el tema de la religión para aprovechar la excusa y volver a la catedral, que en Magdeburg ha ocupado siempre un lugar central en la vida de sus ciudadanos, tanto por los motivos ya descritos como por otros que quedan por relatar (y que procedo a hacer ahora mismo).
Ante todo, destacar la luminosidad de la catedral. Al contrario de otras, como la de Colonia, las vidrieras en la de Magdeburg son de dimensiones colosales, dejando entrar toda la luz posible dentro del templo. Además, es la única catedral gótica que no tiene arbotantes para reforzar los muros, lo que la hace mucho más estilizada y de apariencia más ligera. Evidentemente, al llevar su construcción más de 300 años, parte de la misma (el coro) está construida bajo parámetros románicos, pero el resto fue construido siguiendo las últimas novedades del gótico que iban llegando de Francia e Italia, lo que convirtió a la catedral (de nombre oficial Catedral de los santos Catalina y Mauricio) en la primera catedral gótica de Alemania y, todavía hoy, con sus 100,98 m de altura de la torre norte, una de las catedrales más altas de la ex RDA.
Restos medievales del bastión defensivo. Arriba, monumento a los caídos
En su interior se halla un monumento a los caídos en las guerras (Magdeburger Ehrenmal), con especial dedicación a los de la Primera Guerra Mundial, donde participó el escultor como voluntario. Éste decidió darle un aire menos marcial y más doloroso a las figuras talladas, en contra de la opinión pública. Pero finalmente, esta escultura sirvió de punto de reunión para un grupo de ciudadanos pacíficos, que todos los lunes a partir de 1.983 se congregaban para rezar por la paz. Este acto de protesta supuso un doble éxito: por un lado, que las autoridades prosoviéticas permitiesen el culto, y por el otro, sembró una esperanzadora semilla para la posterior reunificación alemana.
En su exterior, en dirección al río, nos encontramos con los restos excavados de los bastiones medievales, que se encuentran en un excelente estado de conservación, y aproximadamente a unos 5 metros por debajo del nivel actual.

Parte posterior de la ciudadela verde. Nótense los árboles sobre la terraza superior
Hay otros lugares de interés para el turista, como es "la ciudadela verde" (die Grüne Zitadelle), obra del arquitecto Friedensreich Hundertwasser con un estilo inconfundible, mezclando curvas, colores, espacios verdes y materiales como la cerámica cromada. Esta construcción fue su última obra, y fue terminada ya después de su muerte. Por encima de todo, llama la atención la aparente ruptura con el entorno, que consigue que el edificio se vea como en lento movimiento. El colorido contribuye a darle un aire de frescura, y los azulejos que decoran cada columna nos hacen sentir cercanía y sencillez. Los patios interiores se nos antojan dinámicos, como si se estuviesen moviendo justo bajo nuestros pies. Y la cubierta vegetal de toda la azotea del complejo terminan por hacernos percibir la obra como un ser vivo, en evolución constante.

Abajo izquierda, el Elba. Encima, el Mittellandkanal 
En fin, lo más gracioso de todo es que el motivo principal de mi visita fue la excusa que me proporcionó la cercanía del cruce fluvial, maravillosa obra de ingeniería civil que permite el paso de un canal artificial navegable sobre el Elba, con una considerable longitud de casi 1 km. En realidad, se trata de las mismas aguas, solo que antes de la existencia del puente, las barcazas de transporte debían realizar un desplazamiento de 12 km para dar la vuelta, y ahora se logra un ahorro considerable en tiempo y combustible. Esta obra llevaba planificada desde hace más de 90 años, pero las sucesivas crisis, problemas políticos y sobre todo, las dos guerras mundiales, obligaron a posponer su ejecución hasta hace pocos años (se terminó en 2.003). El canal que fluye por encima, llamado Mittellandkanal, es el mismo que pasa por delante de la fábrica de Volkswagen en Wolfsburg (muy cerca de donde yo trabajo), y junto a otros numerosos canales artificiales que existen en Alemania, constituyen una verdadera red de transporte de mercancías que ha facilitado el crecimiento económico alemán en muy diversos puntos de su geografía, y ha sido una valiosísima alternativa al transporte por carretera, que cada día resulta más caro por los precios de importación del petróleo y que afecta en mucho a la congestión de las autovías alemanas. Esto es algo que empieza a ser preocupante, ya que la circulación de camiones por todo el país es masiva, pero me atrevo a decir que lo es especialmente en el eje este-oeste que comunica Polonia con Holanda, y que atraviesa Berlín, Hannover, Dortmund y todo el área minerometalúrgica del Ruhr. Y es algo que provoca mayor frecuencia de accidentes de tráfico y más atascos a determinadas horas. En algún sitio ya leí que la autopista más frecuentada de Europa es la A2, precisamente la que une Dortmund con Berlín.

8/4/12

Weimar. Goethe y Schiller

Esta preciosa ciudad es un estandarte para la cultura alemana. Y agraciada con el premio de haber sido apenas afectada (5% destruido) por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, todo un logro. Esto se debió, probablemente, a que los aliados escogieron bombardear el campo de Buchenwald, algo también poco habitual en los aliados, que supieron de la existencia de muchos otros campos como Auschwitz y no trataron de impedirlo. Pero esto es otra historia.

Lo primero que le llama la atención al turista que llega (estoy hablando de mi en impersonal mayestático) es que los muñequitos de los semáforos son iguales que en Berlín. ¡Oh, sorpresa! Parece ser que la campaña de marketing de la capital alemana ha sido más efectiva que en otros lugares, pero lo cierto es que este modelo de semáforo era el que se usaba en toda la RDA. Ya sabéis, el simpático muñequito con el sombrero (llamado Ampelmann cariñosamente).

Casita de campo de Goethe. Con las bicis de sus niños en la puerta y todo.
A partir de ahí, toda semejanza con Berlín es pura coincidencia. Lejos de la ciudad bulliciosa, posmoderna y llena de contrastes que es Berlín, Weimar (web oficial) es una pequeña ciudad empapada de la cultura que le ha dado su esencia, con edificios señoriales, palacetes, estatuas y monumentos en cada esquina, cada plaza, cada calle. Bañada por un riachuelo llamado Ilm (que sin embargo lleva más agua que el Manzanares en Madrid), de sus márgenes surge un extenso parque con un verde puro, donde pasear se convierte en un placer inspirador. De eso seguro que nos podría ilustrar mejor Johann Wolfgang von Goethe , que tenía una sencilla casita en dicho parque, con su jardincito y huerto, en el que con toda seguridad, se dejó afectar por las musas para muchas de sus creaciones.

Residencia de J.S.Bach (1708-1717)
Por las calles de esta ciudad han paseado las mejores cabezas pensantes de Alemania, ya sea en la vertiente literaria, pictórica, arquitectónica, filosófica o musical. De este pasado quedan muchos recuerdos en forma de placas, o mejor aún, en forma de obras. Muchos artistas de renombre internacional vivieron aquí largas temporadas, como Johann Sebastian Bach, quien tuvo aquí a sus dos primeros hijos (bueno, el no, sería la mujer,  pero seguro que tuvo algo que ver). En la disciplina musical también es obligado citar a Franz Liszt, noble residente de la ciudad también durante unos años, aunque solo en los meses estivales.

Por aquí también anduvo Hans Christian Anderssen
En lo referente a la arquitectura, Weimar fue la capital donde, ya bien entrado el siglo XX,  surgió el movimiento Bauhaus, uno de cuyos directores fue Mies van der Rohe, nacido en Aachen, ciudad que tan buenos recuerdos me evoca siempre. Otro gran exponente de este movimiento artístico fue Kandinsky. Bauhaus fue perseguido por el nazismo porque lo consideraba un movimiento judío, socialista e internacionalista. Y, viniendo de quien venía, optaron por no considerarlo un piropo.




Filosofía: Tanto Nietzsche, como Schopenhauer y Herder vivieron en Weimar (Nietzsche incluso murió allí). Y, dado que mis conocimientos de filosofía se remontan a C.O.U. y no eran de mi especial agrado, tan solo voy a mencionar a tan ilustres personajes, dejando a criterio particular de cada lector la profundización en sus ideas y la relación que tuvieron entre sí.

Retrato de Lutero por Lucas Cranach el viejo
También moró entre los muros de Weimar el primer protestante, Martin Luther, cuyas tesis desmontaron buena parte de las prebendas y contradicciones de que gozaban los clérigos católicos, y que provocaron una división entre los cristianos de Europa, después extendida a todo el mundo. La mayor parte de las tesis contra la Iglesia Católica giraban en torno a la hipocresía con que los jerarcas católicos se comportaban, y es algo en lo que, en mi humilde opinión, tenía mucha razón. Lamentablemente, a día de hoy la mayor parte de católicos siguen apoyando que sus referentes religiosos disfruten de lujos, palacios y privilegios que van frontalmente en contra de lo que predican. Aunque eso si, tampoco Lutero era un santo: escribió un libro titulado "Sobre los judíos y sus mentiras" en el que atacaba con dureza a esta religión, mostrándose claramente antisemita y estimulando la violencia contra sus practicantes. Para muchos, fue el germen de las políticas raciales y antisemitas del nazismo, pues si bien no incitaba a su eliminación, alentaba a los cristianos a quemar sus sinagogas, prohibirles la prédica a los rabinos, incautar o destruir sus posesiones, hasta esclavizarlos y toda clase de perlitas a esos "gusanos venenosos", como los calificó. Hipócrita no sería, pero tampoco un tolerante y apaciguador. Vamos, lo que sería un lider religioso de manual, que por un lado luchaba contra la obsolescencia del catolicismo y por otro alentaba a los príncipes alemanes a asesinar a los campesinos rebeldes y a las mujeres a parir y poco más.

Relacionado con Lutero estaba Lucas Cranach el viejo, quien le realizó su más famoso retrato mostrado más arriba (entre otros) y que también fue uno de sus más firmes seguidores y difusores de sus ideas. Se calcula que realizó unas 5.000 obras, entre cuadros y grabados, de las que a día de hoy, se conservan unas 1.000. El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid cuenta con una generosa colección de obras de este artista.

A la mayoría de los que estén leyendo esta entrada, Weimar les sonará como el apellido de "La república de". En efecto, en Weimar se estableció en el período de entreguerras una república con una nueva constitución. Eso si, el nombre le viene dado posteriormente, ya que el país conservó el nombre de Imperio Alemán, pero se convirtió en un modelo republicano de gobierno. Esta época fue especialmente convulsa, ya que, a la derrota reciente en la Primera Guerra Mundial, se sumó una situación política muy inestable, y una hiperinflación nunca antes vista, que llevó a situaciones dantescas como un valor de cambio de 4´2 billones de marcos alemanes por cada dólar estadounidense. Hoy, la situación está dada la vuelta por completo, pero Alemania nunca debería olvidar que ya pasó por esto, por lo que hoy están pasando muchos países del sur europeo, aunque sea por diferentes causas.

Fachada del Ayuntamiento
Los edificios más impresionantes de la ciudad datan de entre los siglos XVIII y XIX. Se trata, en su mayoría, de palacios y residencias nobles, con elaboradas fachadas y espaciosos patios interiores. El trazado de las calles es sinuoso, pero de paso amplio, lo que hace de Weimar una ciudad muy luminosa e ideal para disfrutar de un paseo admirando fachada tras fachada. Con esculturas por todas partes, fuentes, jardines... un lugar donde  la inspiración vino para quedarse.




Estatua de Goethe y Schiller ante el teatro de Weimar
Manuscrito de Goethe


Soberbio edificio con escudo policromado sobre el portón de acceso

7/4/12

El campo de concentración de Buchenwald

Uno menos en mi lista. Desde hace muchos años me propuse visitar los campos de concentración de la etapa nazi más emblemáticos (al menos, para mi), y que son: Auschwitz, Dachau, Bergen Belsen, Buchenwald y Mauthausen. Si, es cierto que me he dejado Treblinka, Sobibor, Theresienstadt y muchos más, pero había que poner un límite y yo me puse ese.

Y esta semana santa he decidido tachar uno más de mi lista, el de Buchenwald. Este campo era especial para mi porque en el estuvieron presos algunos personajes relevantes, como Jorge Semprún, fallecido el año pasado, o Stéphane Hessel, más conocido por ser el autor del libro francés "Indignáos!", el germen del movimiento de protesta contra los abusos de la banca y la política en la tan actual y mal llamada crisis. Es decir, este campo de concentración tenía más carácter de centro de internamiento de los enemigos políticos del gobierno nazi que de campo de exterminio, como podía ser Auschwitz, aunque eso no quita que allí se cometieran salvajadas, que se cometieron, y muchas.

Plano del campo. Impresiona el tamaño
El bosque de Buchenwald era lugar frecuentado, al parecer, por Johann Wolfgang von Goethe, que se inspiraba en tan apacible paisaje. Y doy fe de ello, porque la primera idea que se me vino a la cabeza al llegar al campo fue "qué lugar tan bonito para instalar un campo de muerte y tortura". Me pasó lo mismo con Bergen Belsen.

Restos de los barracones de aislamiento
El KZ (Konzentrationslager) Buchenwald fue uno de los más grandes. Tenía numerosos barracones, muchos de los cuales nunca fueron sobreocupados (no ocurriría lo mismo con la enfermería o la zona de cuarentena, verdaderamente saturada de seres humanos en condiciones deplorables). Por este campo pasaron no menos de 250.000 personas de diversas nacionalidades europeas, y entre sus alambradas eléctricas perdieron la vida alrededor de 11.000 judíos, 7.000 soldados soviéticos prisioneros de guerra (tras la guerra) y muchos otros, hasta un total estimado de 56.000. Muchos otros fueron deportados desde allí a Auschwitz, lo que significa que no se salvaron del destino que les reservaba el despiadado nazismo. Aunque como prueba de su finalidad menos salvaje que la de los campos de exterminio, no tenía cámaras de gas y disponía de unos barracones fuera del recinto electrificado donde se mantenían retenidos a personajes de cierta relevancia política, entre los cuales había sindicalistas alemanes y sus familias, políticos franceses relevantes, y también figuró la princesa Mafalda de Saboya, que además falleció allí en un bombardeo aéreo aliado. Se ve que algún piloto aliado pensó: "si le atizo una bomba, s´aboya?" Y si, parece ser que se abolló.

Pero no nos engañemos: en Buchenwald se cometían crímenes, pues las torturas, los abusos y el hambre estaban a la orden del día, incluso hasta el año 1.950. Es conocido que Hitler y sus ideas raciales se centraron en los judíos, ya que se pretendía dar prioridad a su exterminio en los territorios que se iban ocupando en Europa. Pero menos gente es consciente de que los eslavos eran considerados "infrahumanos" por el nazismo, y como a tales se les trataba. A estos miles de soldados simplemente se les fusilaba y se les enterraba en el bosque cercano, sin tomarse más molestias que hacer un agujero. Ni identificación del ajusticiado, ni localización de la tumba. Nada. Peor que perros. Y esto cuando antes no habían hecho experimentos médicos con ellos, como contagios de tifus, tuberculosis o inyecciones de hormonas para "curar" la homosexualidad (curioso que nunca se plantease curar la falta de humanidad).
Homenaje a los 7.000 soldados soviéticos asesinados
La crueldad con ellos no terminó aqui, pues este campo quedó en zona administrativa soviética, tras el reparto de la administración que hicieron los aliados, y Stalin no era especialmente benevolente con sus propios soldados una vez que habían caído en manos del enemigo. Eran traidores a la patria, y no merecían honores. Asi que este cementerio permaneció inaccesible para familiares, y no se hizo nada por restaurar sus nombres u honrar su memoria. Hubo que esperar a la caída del muro para que la Alemania reunificada se tomase la molestia de "plantar" entre los árboles 7.000 columnas de metal, numeradas y con la palabra "desconocido", en el perímetro donde iban siendo descubiertos los cadáveres. Hoy se considera un cementerio silvestre (traducción libre de Waldfriedhof) y dispone de una cruz central y una placa como homenaje.

Mensaje de bienvenida a Buchenwald
Un detalle que ha llamado mi atención ha sido el mensaje de la puerta, esa burlesca bienvenida a los presos, que en el resto de campos que he visitado, siempre era "Arbeit macht frei" (El trabajo libera). Creo que es una frase más que conocida por todos. Pues bien, en Buchenwald la frase es otra, con menos carga irónica: Jedem das seine. A cada uno lo suyo. Imagináos la sensación que os hubiera recorrido el cuerpo si hubiérais sido llevados allí y leéis esto nada más llegar. Creo que la otra frase, la del trabajo, aun podía engañar a muchos, ya que puede verse como la promesa de que, si trabajas duro, puedes conseguir tu libertad (aunque nada más lejos de la realidad, después se supo bien). En cambio, leer esto simplemente derrumba cualquier esperanza.

Como ya he comentado, este campo no destacó por ser de exterminio, al menos en el formato industrial en que se hizo en otros. Pero si tuvo unos dirigentes extremadamente crueles. Para empezar, el primer SS-Komandant, Karl Otto Koch, era un corrupto que malversó dinero a las SS, y que de hecho fue ajusticiado por el régimen poco antes de que el campo fuera liberado por las tropas estadounidenses. Pero no era especialmente cruel, al menos que se sepa. Eso sí, su "santa" esposa, la señora Ilse Koch, era conocida como la "zorra de Buchenwald" (en alemán "Hexe", bruja), no sólo por ser un poco golfa con el personal a cargo de su marido -que lo era-, si no también por coleccionar objetos confeccionados con los tatuajes de diversos presos ajusticiados (famosa la lámpara de piel humana que se presentó en el juicio contra ella como prueba, pero que se desestimó). Al parecer era una tipa bastante sádica, que inventaba nuevas torturas y experimentos con los presos, llevándolos a cabo personalmente en numerosas ocasiones. Una joya, la muy perra, que tras la guerra jamás mostró arrepentimiento alguno por sus actos, y que finalmente se ahorcó en su cautiverio. Tuvo mucha más suerte que sus víctimas.
Una celda de arresto en Buchenwald.
Ahí no termina el desfile de seres despreciables que tuvieron responsabilidades en los crímenes cometidos allí. En el edificio a la derecha de la puerta de entrada, conocido como el búnker, se daban los interrogatorios y palizas a los recién llegados que, en opinión de las autoridades, tuvieran algo que contarles. Y allí, dos oficiales de las SS tenían carta blanca para disponer de los presos. Ni qué decir que se escogían entre los más sádicos. Uno de ellos se llamaba Martin Sommer, y se le acusó nada menos que de torturar hasta la muerte a más de 100 presos, entre los cuales hubo dos sacerdotes católicos austríacos que fueron crucificados boca abajo, y a otro predicador alemán que mantuvo colgado en el exterior mientras le arrojaba cubos de agua fría hasta que murió de hipotermia. Las celdas donde los mantenían encerrados (en algunos casos más de un año) eran de las medidas justas para una persona, con una única ventana que estuvo mucho tiempo sin cristal, y completamente incomunicados.

No voy a contar nada más. El resto de mi experiencia lo reflejo en fotografías, ya que no hay palabras para tanta barbarie. Pero es bueno y sano recordar, para que no vuelva a repetirse, al menos, no con nuestra inacción.

Memorial por los gitanos, muchos de los cuales padecieron experimentos con la tuberculosis
Restos del burdel. 19 mujeres del KZ Ravensbrück fueron traidas a Buchenwald y obligadas a prostituirse para determinados presos (no se incluían a judíos, gitanos y soviéticos). Los presos tenían que pagar los servicios.
Sin palabras
Sótano del crematorio, donde se acumulaban los cadáveres que eran subidos en ascensor a los hornos. Los ganchos en la pared eran empleados para colgar vivos a algunos presos, un divertimento de las SS.