7/4/12

El campo de concentración de Buchenwald

Uno menos en mi lista. Desde hace muchos años me propuse visitar los campos de concentración de la etapa nazi más emblemáticos (al menos, para mi), y que son: Auschwitz, Dachau, Bergen Belsen, Buchenwald y Mauthausen. Si, es cierto que me he dejado Treblinka, Sobibor, Theresienstadt y muchos más, pero había que poner un límite y yo me puse ese.

Y esta semana santa he decidido tachar uno más de mi lista, el de Buchenwald. Este campo era especial para mi porque en el estuvieron presos algunos personajes relevantes, como Jorge Semprún, fallecido el año pasado, o Stéphane Hessel, más conocido por ser el autor del libro francés "Indignáos!", el germen del movimiento de protesta contra los abusos de la banca y la política en la tan actual y mal llamada crisis. Es decir, este campo de concentración tenía más carácter de centro de internamiento de los enemigos políticos del gobierno nazi que de campo de exterminio, como podía ser Auschwitz, aunque eso no quita que allí se cometieran salvajadas, que se cometieron, y muchas.

Plano del campo. Impresiona el tamaño
El bosque de Buchenwald era lugar frecuentado, al parecer, por Johann Wolfgang von Goethe, que se inspiraba en tan apacible paisaje. Y doy fe de ello, porque la primera idea que se me vino a la cabeza al llegar al campo fue "qué lugar tan bonito para instalar un campo de muerte y tortura". Me pasó lo mismo con Bergen Belsen.

Restos de los barracones de aislamiento
El KZ (Konzentrationslager) Buchenwald fue uno de los más grandes. Tenía numerosos barracones, muchos de los cuales nunca fueron sobreocupados (no ocurriría lo mismo con la enfermería o la zona de cuarentena, verdaderamente saturada de seres humanos en condiciones deplorables). Por este campo pasaron no menos de 250.000 personas de diversas nacionalidades europeas, y entre sus alambradas eléctricas perdieron la vida alrededor de 11.000 judíos, 7.000 soldados soviéticos prisioneros de guerra (tras la guerra) y muchos otros, hasta un total estimado de 56.000. Muchos otros fueron deportados desde allí a Auschwitz, lo que significa que no se salvaron del destino que les reservaba el despiadado nazismo. Aunque como prueba de su finalidad menos salvaje que la de los campos de exterminio, no tenía cámaras de gas y disponía de unos barracones fuera del recinto electrificado donde se mantenían retenidos a personajes de cierta relevancia política, entre los cuales había sindicalistas alemanes y sus familias, políticos franceses relevantes, y también figuró la princesa Mafalda de Saboya, que además falleció allí en un bombardeo aéreo aliado. Se ve que algún piloto aliado pensó: "si le atizo una bomba, s´aboya?" Y si, parece ser que se abolló.

Pero no nos engañemos: en Buchenwald se cometían crímenes, pues las torturas, los abusos y el hambre estaban a la orden del día, incluso hasta el año 1.950. Es conocido que Hitler y sus ideas raciales se centraron en los judíos, ya que se pretendía dar prioridad a su exterminio en los territorios que se iban ocupando en Europa. Pero menos gente es consciente de que los eslavos eran considerados "infrahumanos" por el nazismo, y como a tales se les trataba. A estos miles de soldados simplemente se les fusilaba y se les enterraba en el bosque cercano, sin tomarse más molestias que hacer un agujero. Ni identificación del ajusticiado, ni localización de la tumba. Nada. Peor que perros. Y esto cuando antes no habían hecho experimentos médicos con ellos, como contagios de tifus, tuberculosis o inyecciones de hormonas para "curar" la homosexualidad (curioso que nunca se plantease curar la falta de humanidad).
Homenaje a los 7.000 soldados soviéticos asesinados
La crueldad con ellos no terminó aqui, pues este campo quedó en zona administrativa soviética, tras el reparto de la administración que hicieron los aliados, y Stalin no era especialmente benevolente con sus propios soldados una vez que habían caído en manos del enemigo. Eran traidores a la patria, y no merecían honores. Asi que este cementerio permaneció inaccesible para familiares, y no se hizo nada por restaurar sus nombres u honrar su memoria. Hubo que esperar a la caída del muro para que la Alemania reunificada se tomase la molestia de "plantar" entre los árboles 7.000 columnas de metal, numeradas y con la palabra "desconocido", en el perímetro donde iban siendo descubiertos los cadáveres. Hoy se considera un cementerio silvestre (traducción libre de Waldfriedhof) y dispone de una cruz central y una placa como homenaje.

Mensaje de bienvenida a Buchenwald
Un detalle que ha llamado mi atención ha sido el mensaje de la puerta, esa burlesca bienvenida a los presos, que en el resto de campos que he visitado, siempre era "Arbeit macht frei" (El trabajo libera). Creo que es una frase más que conocida por todos. Pues bien, en Buchenwald la frase es otra, con menos carga irónica: Jedem das seine. A cada uno lo suyo. Imagináos la sensación que os hubiera recorrido el cuerpo si hubiérais sido llevados allí y leéis esto nada más llegar. Creo que la otra frase, la del trabajo, aun podía engañar a muchos, ya que puede verse como la promesa de que, si trabajas duro, puedes conseguir tu libertad (aunque nada más lejos de la realidad, después se supo bien). En cambio, leer esto simplemente derrumba cualquier esperanza.

Como ya he comentado, este campo no destacó por ser de exterminio, al menos en el formato industrial en que se hizo en otros. Pero si tuvo unos dirigentes extremadamente crueles. Para empezar, el primer SS-Komandant, Karl Otto Koch, era un corrupto que malversó dinero a las SS, y que de hecho fue ajusticiado por el régimen poco antes de que el campo fuera liberado por las tropas estadounidenses. Pero no era especialmente cruel, al menos que se sepa. Eso sí, su "santa" esposa, la señora Ilse Koch, era conocida como la "zorra de Buchenwald" (en alemán "Hexe", bruja), no sólo por ser un poco golfa con el personal a cargo de su marido -que lo era-, si no también por coleccionar objetos confeccionados con los tatuajes de diversos presos ajusticiados (famosa la lámpara de piel humana que se presentó en el juicio contra ella como prueba, pero que se desestimó). Al parecer era una tipa bastante sádica, que inventaba nuevas torturas y experimentos con los presos, llevándolos a cabo personalmente en numerosas ocasiones. Una joya, la muy perra, que tras la guerra jamás mostró arrepentimiento alguno por sus actos, y que finalmente se ahorcó en su cautiverio. Tuvo mucha más suerte que sus víctimas.
Una celda de arresto en Buchenwald.
Ahí no termina el desfile de seres despreciables que tuvieron responsabilidades en los crímenes cometidos allí. En el edificio a la derecha de la puerta de entrada, conocido como el búnker, se daban los interrogatorios y palizas a los recién llegados que, en opinión de las autoridades, tuvieran algo que contarles. Y allí, dos oficiales de las SS tenían carta blanca para disponer de los presos. Ni qué decir que se escogían entre los más sádicos. Uno de ellos se llamaba Martin Sommer, y se le acusó nada menos que de torturar hasta la muerte a más de 100 presos, entre los cuales hubo dos sacerdotes católicos austríacos que fueron crucificados boca abajo, y a otro predicador alemán que mantuvo colgado en el exterior mientras le arrojaba cubos de agua fría hasta que murió de hipotermia. Las celdas donde los mantenían encerrados (en algunos casos más de un año) eran de las medidas justas para una persona, con una única ventana que estuvo mucho tiempo sin cristal, y completamente incomunicados.

No voy a contar nada más. El resto de mi experiencia lo reflejo en fotografías, ya que no hay palabras para tanta barbarie. Pero es bueno y sano recordar, para que no vuelva a repetirse, al menos, no con nuestra inacción.

Memorial por los gitanos, muchos de los cuales padecieron experimentos con la tuberculosis
Restos del burdel. 19 mujeres del KZ Ravensbrück fueron traidas a Buchenwald y obligadas a prostituirse para determinados presos (no se incluían a judíos, gitanos y soviéticos). Los presos tenían que pagar los servicios.
Sin palabras
Sótano del crematorio, donde se acumulaban los cadáveres que eran subidos en ascensor a los hornos. Los ganchos en la pared eran empleados para colgar vivos a algunos presos, un divertimento de las SS.

2 comentarios:

Kranky dijo...

Buen post... se lo he pasado a mis compañeros de reparto para que vean las fotos... gracias Dani!

Lonely Cuchufleto dijo...

De nada. Espero que sea lo suficientemente completo, aunque creo que tras haber visitado Auschwitz, no debe quedar nada más impactante e intenso por ver en esta vida.