8/4/12

Weimar. Goethe y Schiller

Esta preciosa ciudad es un estandarte para la cultura alemana. Y agraciada con el premio de haber sido apenas afectada (5% destruido) por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, todo un logro. Esto se debió, probablemente, a que los aliados escogieron bombardear el campo de Buchenwald, algo también poco habitual en los aliados, que supieron de la existencia de muchos otros campos como Auschwitz y no trataron de impedirlo. Pero esto es otra historia.

Lo primero que le llama la atención al turista que llega (estoy hablando de mi en impersonal mayestático) es que los muñequitos de los semáforos son iguales que en Berlín. ¡Oh, sorpresa! Parece ser que la campaña de marketing de la capital alemana ha sido más efectiva que en otros lugares, pero lo cierto es que este modelo de semáforo era el que se usaba en toda la RDA. Ya sabéis, el simpático muñequito con el sombrero (llamado Ampelmann cariñosamente).

Casita de campo de Goethe. Con las bicis de sus niños en la puerta y todo.
A partir de ahí, toda semejanza con Berlín es pura coincidencia. Lejos de la ciudad bulliciosa, posmoderna y llena de contrastes que es Berlín, Weimar (web oficial) es una pequeña ciudad empapada de la cultura que le ha dado su esencia, con edificios señoriales, palacetes, estatuas y monumentos en cada esquina, cada plaza, cada calle. Bañada por un riachuelo llamado Ilm (que sin embargo lleva más agua que el Manzanares en Madrid), de sus márgenes surge un extenso parque con un verde puro, donde pasear se convierte en un placer inspirador. De eso seguro que nos podría ilustrar mejor Johann Wolfgang von Goethe , que tenía una sencilla casita en dicho parque, con su jardincito y huerto, en el que con toda seguridad, se dejó afectar por las musas para muchas de sus creaciones.

Residencia de J.S.Bach (1708-1717)
Por las calles de esta ciudad han paseado las mejores cabezas pensantes de Alemania, ya sea en la vertiente literaria, pictórica, arquitectónica, filosófica o musical. De este pasado quedan muchos recuerdos en forma de placas, o mejor aún, en forma de obras. Muchos artistas de renombre internacional vivieron aquí largas temporadas, como Johann Sebastian Bach, quien tuvo aquí a sus dos primeros hijos (bueno, el no, sería la mujer,  pero seguro que tuvo algo que ver). En la disciplina musical también es obligado citar a Franz Liszt, noble residente de la ciudad también durante unos años, aunque solo en los meses estivales.

Por aquí también anduvo Hans Christian Anderssen
En lo referente a la arquitectura, Weimar fue la capital donde, ya bien entrado el siglo XX,  surgió el movimiento Bauhaus, uno de cuyos directores fue Mies van der Rohe, nacido en Aachen, ciudad que tan buenos recuerdos me evoca siempre. Otro gran exponente de este movimiento artístico fue Kandinsky. Bauhaus fue perseguido por el nazismo porque lo consideraba un movimiento judío, socialista e internacionalista. Y, viniendo de quien venía, optaron por no considerarlo un piropo.




Filosofía: Tanto Nietzsche, como Schopenhauer y Herder vivieron en Weimar (Nietzsche incluso murió allí). Y, dado que mis conocimientos de filosofía se remontan a C.O.U. y no eran de mi especial agrado, tan solo voy a mencionar a tan ilustres personajes, dejando a criterio particular de cada lector la profundización en sus ideas y la relación que tuvieron entre sí.

Retrato de Lutero por Lucas Cranach el viejo
También moró entre los muros de Weimar el primer protestante, Martin Luther, cuyas tesis desmontaron buena parte de las prebendas y contradicciones de que gozaban los clérigos católicos, y que provocaron una división entre los cristianos de Europa, después extendida a todo el mundo. La mayor parte de las tesis contra la Iglesia Católica giraban en torno a la hipocresía con que los jerarcas católicos se comportaban, y es algo en lo que, en mi humilde opinión, tenía mucha razón. Lamentablemente, a día de hoy la mayor parte de católicos siguen apoyando que sus referentes religiosos disfruten de lujos, palacios y privilegios que van frontalmente en contra de lo que predican. Aunque eso si, tampoco Lutero era un santo: escribió un libro titulado "Sobre los judíos y sus mentiras" en el que atacaba con dureza a esta religión, mostrándose claramente antisemita y estimulando la violencia contra sus practicantes. Para muchos, fue el germen de las políticas raciales y antisemitas del nazismo, pues si bien no incitaba a su eliminación, alentaba a los cristianos a quemar sus sinagogas, prohibirles la prédica a los rabinos, incautar o destruir sus posesiones, hasta esclavizarlos y toda clase de perlitas a esos "gusanos venenosos", como los calificó. Hipócrita no sería, pero tampoco un tolerante y apaciguador. Vamos, lo que sería un lider religioso de manual, que por un lado luchaba contra la obsolescencia del catolicismo y por otro alentaba a los príncipes alemanes a asesinar a los campesinos rebeldes y a las mujeres a parir y poco más.

Relacionado con Lutero estaba Lucas Cranach el viejo, quien le realizó su más famoso retrato mostrado más arriba (entre otros) y que también fue uno de sus más firmes seguidores y difusores de sus ideas. Se calcula que realizó unas 5.000 obras, entre cuadros y grabados, de las que a día de hoy, se conservan unas 1.000. El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid cuenta con una generosa colección de obras de este artista.

A la mayoría de los que estén leyendo esta entrada, Weimar les sonará como el apellido de "La república de". En efecto, en Weimar se estableció en el período de entreguerras una república con una nueva constitución. Eso si, el nombre le viene dado posteriormente, ya que el país conservó el nombre de Imperio Alemán, pero se convirtió en un modelo republicano de gobierno. Esta época fue especialmente convulsa, ya que, a la derrota reciente en la Primera Guerra Mundial, se sumó una situación política muy inestable, y una hiperinflación nunca antes vista, que llevó a situaciones dantescas como un valor de cambio de 4´2 billones de marcos alemanes por cada dólar estadounidense. Hoy, la situación está dada la vuelta por completo, pero Alemania nunca debería olvidar que ya pasó por esto, por lo que hoy están pasando muchos países del sur europeo, aunque sea por diferentes causas.

Fachada del Ayuntamiento
Los edificios más impresionantes de la ciudad datan de entre los siglos XVIII y XIX. Se trata, en su mayoría, de palacios y residencias nobles, con elaboradas fachadas y espaciosos patios interiores. El trazado de las calles es sinuoso, pero de paso amplio, lo que hace de Weimar una ciudad muy luminosa e ideal para disfrutar de un paseo admirando fachada tras fachada. Con esculturas por todas partes, fuentes, jardines... un lugar donde  la inspiración vino para quedarse.




Estatua de Goethe y Schiller ante el teatro de Weimar
Manuscrito de Goethe


Soberbio edificio con escudo policromado sobre el portón de acceso

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